Cultura de la legalidad
La cultura de la legalidad es un conjunto de valores, normas, percepciones y actitudes que el individuo tiene hacia las leyes y las instituciones que lo ejecutan, y un conjunto de pensamientos críticos.
La cultura de la legalidad:
Mecanismo de autorregulación individual y regulación social, que exige por parte de los ciudadanos una cierta armonía entre el respeto a la ley, las convicciones morales y las tradiciones y convenciones culturales.
Es la creencia compartida de que cada persona tiene la “responsabilidad individual” de ayudar a construir y mantener una sociedad con un Estado de Derecho.
Principios de la Cultura de la Legalidad
En una sociedad que practica la Cultura de la Legalidad, los ciudadanos:
- Responsabilidad comunitaria para cooperar con las autoridades y respetar la ley de las demás personas
- Se interesan y conocen las normas básicas que las regulan.
- Respetan las normas.
- Rechazan y condenan los actos ilegales.
- Colaboran con las dependencias del sistema de procuración de justicia
Criterios del estado de derecho:
En un Estado de derecho, las normas jurídicas:
- Se establecen en forma democrática.
- Protegen los derechos .
- Se aplican por igual a todos.
- Se hacen cumplir siempre.
La cultura jurídica y la cultura política comprenden la llamada cultura de la legalidad y de la justicia, que hunde sus raíces en la Revolución Francesa, entre 1789 y 1799, cuyas consecuencias fueron la abolición de la monarquía absoluta y la proclamación de la República, eliminando las bases económicas y sociales del Antiguo Régimen, evento considerado como parte de las revoluciones con connotación burguesa, y la pionera e inspiradora de las que la sucederían durante el siglo XIX.
La historia de la Cultura de la legalidad en México no es nueva. Su inicio se remonta a los Sentimiento a la Nación mexicana, al sentimiento de lo justo que brotó un día, hace ciento noventa y tres años, en aquel maravilloso documento que Ileva por nombre el Decreto Constitucional de Apatzingán. Las palabras proceden de Morelos, del Capitán del Anáhuac, que fue el primer socialista humanista de América:
"La buena ley es superior a todo hombre".
Luego a los años 1821 - 1822 cuando fue electo el primer presidente Guadalupe Victoria, fueron creadas las cámaras de senadores y de diputados, para muchos el nacimiento de nuestro Estado de derecho.
La cultura de la legalidad es la aceptación jurídica y moral laica de un marco jurídico constitucional y legal -previamente promulgado- por parte de los ciudadanos y habitantes de un Estado. Actúa sobre la política nacional del Estado de derecho, pues tiene que ver con la actuación del gobierno.
La cultura de la legalidad y de la justicia es un mecanismo de autorregulación individual y regulación social que exige, de todos y cada uno de los ciudadanos, una armonía entre el respeto a la ley, las convicciones morales y las tradiciones culturales. Es crear la costumbre de manejarse cotidianamente con legalidad, sin que una tercera persona tenga que forzarnos. Es estar conciente de que si uno actúa de esa forma, se está colaborando a mejorar la sociedad de la que siempre nos quejamos, pero que nosotros deterioramos.
Los expertos atribuyen ocho características a la Cultura de la legalidad y de la justicia. Hagamos un ejercicio y cotejémoslas con nuestra realidad:
1. Las personas de una sociedad conocen las partes esenciales de las leyes más importantes del documento oficial que las rige.
Nuestra educación integral y la legal es deficiente y nuestros índices de lectura –de menos de un libro por habitante al año- nos condenan.
2. La mayoría de las personas en una sociedad aceptan y comprenden las leyes marcadas por ellos mismo o por sus representantes.
Como toda sociedad moderna, nuestra elefantiásis legislativa lo hace imposible aún para los especialistas en Derecho, sin perjuicio del famoso apotegma de Von Kirchman desde 1847: ”Basta una palabra del legislador, y bibliotecas enteras se convierten en basura!”
3. La sociedad está controlada y estructurada legalmente por poderes de la unión y un gobierno bien organizado.
Ciertamente nuestra estructura constitucional abstracta está incólume, pero el problema es la eficacia concreta de sus instituciones y la estructura técnica y ética de las personas que las encarnan.
4. Existe un castigo o sanción a las personas o grupo que cometan una violación a la ley.
La cifra negra de la delincuencia nos dice que, aproximadamente, de cada 100 crímenes que se cometen, 12 son denunciados. De esos 12, sólo 10 llegan a la fase de averiguación previa. De esos 10, 8 son consignados ante el juez. De los 8 consignados, 6 son sujetos a proceso y merecen castigo. De quienes merecen castigo, las garantías individuales y la legislación sustantiva o procesal penal les permiten libertades anticipadas y no pocos reinciden, en un círculo perverso. Una fortuna gastada para una punibilidad del 5%.
5. Existe un proceso de defensa de acusados.
Sí existe, pero siendo la filosofía de la defensa penal un fruto humanista para los inocentes acusados, por error o injusticia, una clase de abogacía particular les otorga, a los culpables, su encubrimiento, su complicidad y su no poco redituable modus vivendi.
6. Existe un sistema de apoyo a víctimas.
Sí, en una tardía reforma constitucional se les rescata del olvido y les otorga el derecho a recibir asesoría jurídica e información del proceso; a coadyuvar con el Ministerio Público; a recibir atención médica y psicológica de urgencia; a que se le repare el daño y a solicitar medidas para su seguridad y auxilio.
7. Existe un sistema para cambiar las leyes.
Sí, el método rígido del art. 135 constitucional que gradualmente alcanza su eficacia.
Ya dijimos que prácticamente no. La corrupción es otro ingrediente que no puede soslayarse y nos pide un alto: Mal endémico de México.
En agosto de 1997, un grupo de investigadores alemanes de la Universidad de Gottingen lanzó al ciberespacio la primera clasificación internacional que mide niveles de corrupción en el mundo y empezó por analizarla en 41 países. Transparencia Internacional calificó a nuestro país, en su primer Informe público, en un dehonroso lugar, entre 41 países.
Los países menos corruptos de los clasificados fueron Nueva Zelanda, Dinamarca, Danganpa, Finlandia, Canadá, Suecia, Australia, Suiza, Holanda y Noruega.
Los diez países más corruptos fueron Indonesia, China, Paquistán, Venezuela, Brasil, Filipinas, India, Tailandia, Italia y México.
Referencias:
Hector Rodriguez Espinoza. (no se especifica). cultura de la alegalidad. 2016, de Agenda cultural Sitio web: http://www.hectorrodriguezespinoza.com/noticias.php?categoria=31
Wikipedia. (2014). cultura de la legalidad. Recuperacion del documento 2016, de Wikipedia Sitio web: https://es.wikipedia.org/wiki/Cultura_de_la_legalidad